Si os diré que, exactamente a los 4 días de esto, me llegó por fin el correo con la carta verde original actualizada.
Salimos sobre las 10 de la mañana, la idea que tenemos es atravesar rápidamente Grecia y quedarnos lo mas cerca que podamos de la frontera de Macedonia o Albania. Aún no hemos decidido por que país tirar.
Paramos en una gasolinera para gastar las pocas liras turcas que nos quedan…solo nos da para un par de botellas de agua y un paquete de chicles. Sin duda esa goma de mascar ha sido la mejor compra que he hecho en mi vida, toda una explosión de sabor en la boca.
El chicle turco
Salimos de la parte turca, avanzamos hasta llegar a la griega, donde coincidimos con un par de moteros a los que ya les están mirando los papeles.
Llegamos, nos piden el pasaporte, documentos y nos dicen: -"Españoles..ok, ok", nos devuelven las cosas y a tirar millas. Otra frontera pasada.... ¡ESTAMOS EN GRECIA!
El día transcurre aburrido, todo por autopistas o autovías, nos distraemos un poco escuchando música a través de los intercomunicadores y comentando de vez en cuando algo. Cada dos horas más o menos hacemos algunas paradas para echar gasolina, tomar café, y poco mas. En una de estas aprovechamos para pegarnos una siesta, ya que nos estábamos quedando dormidos con la monotonía del viaje.
A lo largo del camino, en las conversaciones que hemos tenido, hemos decidido entrar en Macedonia y de aquí, pasar a Albania. Al atardecer llegamos a Edessa, un pueblo cercano a la frontera y decidimos parar aquí. Tenemos el culo cuadrado, estamos hartos de moto y como no sabemos lo que se tarda en pasar la frontera, preferimos descansar y mañana por la mañana seguir.
Nos adentramos en la población y vemos que la atraviesan unos canales de agua y hay carteles que indican algo de unas cascadas. Vamos preguntando por un sitio baratito para dormir hasta que llegamos a uno. Un viejo edificio de 6 plantas, gestionado por un señor mayor, que nada mas llegar nos presenta a su mujer y a su hijo que están en la puerta.
Nos ofrece que aparquemos las motos en el patio trasero, así que nada, allí llevamos las motos y desde aquí, nos abre una puerta y nos indica donde está la habitación
En el ascensor cabemos a duras penas, es de estos que tienen los botones de los números grandes y redondos, la alarma en un interruptor que sube o baja, no tienen la puerta de seguridad y subes viendo la pared moviéndose y los números de cada planta pintados en esta. Como el ascensor de mi casa cuando era chico.
Una vez finalizado el proceso de transformación de astronauta a persona normal, bajamos a dar una vuelta y de paso, a que Javi se compre unas chanclas, que le las dejó olvidadas en casa de Ertük. Le preguntamos al señor mayor por el canal de agua que fluye frente a nosotros y nos explica que es de un río que pasa por el pueblo y que, a unas calles de aquí, en un parque cercano, el agua cae creando una gran cascada de unos 70 metros, la mayor del pais.
- "Pues también es casualidad, paramos aquí sin ni saber el nombre del sitio y nos encontramos con la cascada mas grande de Grecia".
- "Las cosas del viaje... mañana por la mañana nos acercaremos a verlas".
Vemos un sitio con buena pinta para comer, hay mesas alargadas con muchas familias comiendo y de la cocina sale un plato tras otros. Nos sentamos y por primera vez en mucho tiempo podemos pedir una cerveza sin parecer que le estamos pidiendo material a nuestro "camello". Nos dan la carta pero con otras veces, suponemos que será para que nos la pongamos de sombrero, ya que, la verdad sea dicha, el cirílico últimamente lo tenemos un poco abandonado. Menos mal que la camarera habla un mínimo de ingles y entre eso, y el señalar los platos de los vecinos, nos vamos entendiendo.
Queremos las albóndigas de la mesa aquella, que tienen buena pinta, unos pinchitos de cordero, otros pinchitos de pollo, un... Aquí ya la camarera nos detiene y nos dice que no pidamos más. Vale, pues nos plantamos. Al rato llegan los plato y efectivamente, nos pegamos un "jarrón" de comer que no veas.
- "Killooo... no veas tu que ambientazo hay en este pueblo ¿no?".
- "Vamos a tomarnos algo en ese, que se queda la mesita esa vacía".
Al rato la muchacha nos sirve las bebidas y en vez de unas pipas, frutos secos o gominolas para acompañar, como suelen poner en muchos sitios, nos planta... una tabla de quesos y fiambre.
- "Killo, que cosas mas raras... encima que estamos “hinchaos” a comer, nos ponen más".
- "Vale….."
Nos vamos corriendo a la base de la cascada con la intención de hacer un vídeo simpático pero la verdad que no hay cojones de acercarse más y la tontería nos dura escasos segundos, pero no por miedo escénico, sino porque el agua está... ¡¡HELADAAA!!, y una ducha fría a las 9 de la mañana, como que no apetece. Seguimos la visita empapados por el parque y regreso al hotel a recoger las cosas y seguir el viaje.
Llegamos a la frontera, enseñamos los pasaportes y... "¡pa dentro!". Bueno, ya sabemos que no piden visados.
Este es un país muy pequeño, la idea que traemos es atravesar un trozo de este por una carretera de montaña hasta llegar a unos lagos que hacen frontera con Albania, pasar por allí la frontera y según vayamos de tiempo ir subiendo a Tirana. Ya que vamos a pasar solo unas horas por allí, no compraremos mapas ni cambiaremos moneda, vamos a lo "valiente".
Las carreteras están bien, aunque nos llama la atención los bosques que hay por la zona y las señales de "peligro osos". - "Killo, aquí como que nos olvidamos de acampar, no?"-. Nos metemos por una carretera de montaña muy chula y poco transito de vehículos. Sobre la hora de comer, veo un cartel de una especie de molino y aviso a Javi para acercarnos a echarle un ojo. Bajamos es acceso que tiene por una pista de tierra y nos llevamos la sorpresa.
Hay una a casa de madera en la orilla del río que hace la función del restaurante. Junto a esta hay una piscifactoría natural de truchas, un pequeño lago con agua cristalina donde las truchas campan a sus anchas, también vemos algunos patos y conejos correteando por el lugar. Ya que el sitio es bonito y que tenemos ya hambre, nos decidimos comer aquí, pero antes preguntamos si se puede pagar con tarjeta, ya que no tenemos moneda local. Viendo que aceptan, nos sentamos en las mesitas junto al pequeño lago, y soltamos las cosas en la mesa mientras las truchas nos observan.
Al rato se nos acerca el camarero para decirnos el peso de las truchas que han pescado hoy, para ver si queremos las grandes o medianas. Como el cálculo del peso de una trucha no lo llevamos muy bien, le contestamos eso de... -"¿y como son las medianas?"-, a lo que a los pocos minutos se acerca con una bandeja con un par de truchas “medianas” para sacarnos de dudas.
- "Vale, vale, esas están bien".
- "Nos vamos a hartar de trucha".
Al rato nos traen nuestras dos truchas con unas patatas al horno y un par de cuencos con salsa por si queremos acompañar al pescado. La trucha exquisita y como es lógico, tela de fresca. Llega el momento de pedir el postre, estamos en Macedonia y claro....¿que creéis que vamos a pedir?... pues lo que os imagináis, lo que cualquier persona lógica, se pediría en un país con este nombre... dos cafés cargados, que tenemos que pillar la moto.
Seguimos rodando, bordeamos el lago Ohrid y llegamos a la frontera de Albania. Aquí al igual que en la anterior, no tenemos ni idea de lo que nos van a pedir… a ver que pasa.
Enseñamos los pasaportes y los papeles de la moto a los agentes… -"¿Españoles?, pasad, pasad... sin problemas"-.
Como en este país tenemos que pasar un par de días, decidimos cambiar algo de moneda. Nos acercamos a la oficina de cambio que hay al salir de la frontera y veo que junto a esta hay un mapa de carreteras en un muro pintado. Mira por donde nos vamos a ahorrar pillar un mapa de la zona. Le sacamos un par de fotos con la cámara y con el móvil, vemos por donde tenemos que ir y listo... al final siempre la solución aparece.
Ea…ya tenemos mapa
Al final de la tarde llegamos a la capital, la intención es pasarla y dormir en algún pueblo, pero en la circunvalación hay obras y nos desvían metiéndonos en el centro y perdiendo mucho tiempo en un atasco.
- "Pues si, que entre una cosa y otra nos van a dar las tantas en salir de la ciudad".
Vemos un hotel y junto a este, en un callejón, un parking, así que nos acercaremos a preguntar. Estamos sudando como pollos y muy cansados. No tenemos muchas ganas de dar mas vueltas, la verdad.
Lo que nos dice no convence, así que comenzamos el regateo. Baja algo mas pero aún creemos que merecemos algo mejor, así que seguimos insistiendo, aunque la recepcionista es simpática, la resistencia que pone es dura. Le estamos dando a la pobre una que no veas, llevamos 10 minutos de tira y afloja. Hace un calor de miedo y estamos sudando como pollos, encima estamos con las chaquetas puestas y noto como los goterones de sudor me recorren el brazo por dentro de la chaqueta.
- "Pfff...yo estoy igual, me voy a derretir".
La recepcionista dice que llama a su jefe, le explica que somos españoles, que patatín y patatán... y al final, nos hace el último descuento (no hay desayuno, pero si hay parking).
El precio, aunque no es caro nos sigue pareciendo algo desagradable, pero bueno, no hemos querido buscar ni comparar, así que nos jodemos con lo que hay.
Dejamos las motos en el parking, que simplemente es un solar rodeado con un muro de ladrillo, vigilado por un señor mayor armado con un palo. Vemos que hay dos o tres mercedes de gama alta, por lo que suponemos que las motos estarán seguras.
Sacamos los tiestos y nos vamos en procesión al hotel. Subimos las dos plantas. Nos metemos en la habitación, organizamos las cosas y nos pegamos una merecida ducha.
Ya convertidos de nuevo en personas normales, bajamos, charlamos con la muchacha y nos vamos a dar una vuelta. Vemos un poco las plazas cercanas, cenamos en un sitio de comida local rápida y mas tarde, nos sentamos en una terraza a tomarnos un par de cervezas.
A la mañana siguiente, bajamos a desayunar y al volver al hotel estamos ya sudando, recogemos las cosas y viendo la caló que hace, pensamos que sería interesante hacer acopio de agua, por lo que aplicamos un sistema de recolección de agua en el pasillo del hotel (que ahora no viene al caso explicar), nos cambiamos y nos marchamos del hotel con botellas de agua para dos días.
Mientras cargamos las motos, viene el señor del parking a darnos conversación: que si Mesi es mucho mejor que Ronaldo, que si Indurain fue el mejor ciclista de todos los tiempos, etc. Nos despedimos del señor y a tirar millas. Si entrar en Tirana fue un coñazo, salir es un suplicio, mas de una hora para poder llegar a la circunvalación y salir dirección Montenegro.
La idea que tenemos es entrar en Montenegro bordeando el lago "Skadasko Jezero" y de aquí ir a visitar la ciudad de Kotor y bordear la bahía interior hasta llegar a Croacia, una recomendación de nuestro amigo el motorista israelita, que nos encontramos en el ferry camino a Grecia. Una vez en la costa croata, seguiremos hasta Dubrovnik y buscar donde dormir en esta ciudad.
Sobre la hora de comer llegamos a la ciudad de Kotor. Una ciudad amurallada con un pequeño puerto, llena de edificios de piedra y calles estrechas, donde el turismo no ha saturado aún la ciudad como luego veremos que ocurre en Dubrovnik, y claro, esto hace que los precios sean interesantes para los turistas.
Aparcamos en muralla, frente a la entrada principal a la ciudad, junto a un montón de motos de viajeros, que al igual que nosotros, están dando volteretas por la zona.
Recorremos la ciudad, comemos algo, seguimos con el paseo, nos tomamos un café y seguimos con el viaje. Para ir a Croacia tenemos dos opciones, o seguir recto evitando la bahía, o bordearla entera por una carretera que va por la costa. Como nuestro amigo motorista nos recomendó, elegimos la segunda opción. Bordeamos la costa, viendo playas, calas, pequeños puertos, sacando algunas fotos, hasta que llega un momento que decimos:
- "Valee.... que con la caló me estoy empanando en la moto, así que nos vendrá bien el chapuzón".
Hemos encontrado una zona donde hay 4 ó 5 casas, un pequeño embarcadero de piedra y lo mejor, es que solo hay una persona bañándose.
Aparcamos, pillamos la "bolsa playera" (una bolsa que llevamos en el topcase con una toalla, las chanclas y el bañador). Nos bajamos a la playa, nos cambiamos y nos pegamos un baño.
Nos vino muy bien la parada. Eso de estar flotando en el agua, con el único sonido de las cigarras de fondo y sin nadie que te moleste hace que "resetees" y vuelvas con las pilas cargadas a la moto. Nos volvemos a vestir de astronautas, terminamos de bordear la bahía y llegamos a Croacia, pasamos la frontera (solo nos miraron el pasaporte) y con la puesta de sol, vemos acercarse la ciudad de Durovnik.
Aunque tenemos que buscar algún sitio donde dormir, vamos sin mucha preocupación. Javi, que ya había estado anteriormente aquí, me comentó que es fácil encontrar alojamiento, que en la misma calle hay gente que te ofrece donde dormir. Damos una vuelta y vemos un bar de moteros.... ¡¡solucionado!!
Paramos y preguntamos a la camarera, esta habla con unas clientes y nos preguntan que si es para una o varias noches. Le indicamos que para una, y comienzan a llamar por teléfono. A los 5 minutos nos dicen que una amiga suya que alquila habitaciones, nos alquila uno y está a unos 500 metros de donde estamos y a poco más de la entrada a la ciudad. Bajamos andando a ver el sitio y conocer a la señora.
Realmente la ciudad merece la pena, lo malo la cantidad de gente que hay.
Cenamos en una pizzería una lasaña como una "camioneta" de grande y después nos fuimos a tomar unas cervezas y a bajar la comida paseando, aprovechando que ya las calles estaban mas vacías, y el tumulto se arremolinaba mas en las terrazas de copas que en otras partes de la ciudad.
Nos despedimos cuando la camarera del bar salió a decirnos eso de... -"¿No tenéis casa o que?-, así que cada mochuelo a su olivo.
Vídeo resumen del relato:
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