Diario de un Mosquito

lunes, 18 de abril de 2016

Destino Mármara 4 (Estambul)


El hotel tiene la fachada de madera bien conservada. Tienen pinta de viejuno. Lo que me gusta de la ciudad de Estambul, es que aún te puedes encontrar sitios como este, que te trasladan a la época dorada del Orient Expres.

Descargamos las motos y el recepcionista nos acompaña a la habitación que está al otro lado, Mientras pasamos el patio interior que tiene el establecimiento y nos va explicando donde se desayuna. Subimos por unas estrechas escaleras de madera y llegamos a nuestros aposentos. La habitación tiene una decoración clásica, casi de película de miedo. Paredes empapeladas, camas con el cabecero de madera acolchado, el armario y las mesitas de noche de madera, con su clásica lamparita, el suelo con moqueta que cruje al andar y la lampara principal, con sus lágrimas de cristal colgando. Todo esto contrasta con un baño moderno con focos en el techo y una amplia ducha con una mampara de cristal. 

Al no tener persianas y solo unas cortinas, al apagar la luz de la habitación se queda en penumbra con la luz que entra en la calle, dando la sensación que en cualquier momento, oiremos la puerta del baño abrirse y veremos aparecer el fantasma de la niña pálida chorreando sangre, con el pelo tapándole la cara y el oso de peluche en la mano.


Soltamos las cosas, nos pegamos una ducha y bajamos a cenar algo, son casi las 23h y a estas horas pocos sitios deben estar abiertos. Hablamos con el del hotel nos dice que a estas horas horas los restaurantes de la zona del barrio de Kumkapi (situado cerca del hotel)

Nos explica que tienen un convenio con uno de ellos y que, a parte de hacer un buen precio, viene un coche al hotel a recogerte, te lleva al sitio y después de cenar, te trae de vuelta al hotel gratis (si,si...vamos que ya te lo incluirán en el precio de la cena). Yo ya he estado anteriormente en esta ciudad y esa zona la conozco, está a un par de manzanas del hotel, es turística y mas cara que el resto, aunque se come muy bien y pasan muchos músicos callejeros por la zona tocando. Por las horas que son, decidimos aceptar la propuesta. Ademas, dentro de un par de días será mi cumpleaños y como, seguramente nos pillará en medio de la ruta (cualquiera sabe donde), hemos decidido que nos pegaremos un buen homenaje para celebrarlo por adelantado.

En unos minutos llega el coche, llegamos a estas calles y nos acompaña al local en cuestión. Pedimos un par de jarras grandes de cerveza y la comida: de primero 4 platos con entrantes y después una lubina para los dos. 
Si los entrantes ya estaban exquisitos ya la Lubina ni os cuento, fresca, fresca. Un homenaje en toda regla, la verdad.
Durante la cena estuvimos bastante entretenidos con los músicos del lugar. Estamos sentados en una terraza, en una de las 4 esquinas que tiene la plaza, todo está lleno de restaurantes. Frente a nosotros, a la derecha, hay un grupo de 5 músicos tocándole a una mesa.
Al rato, hace aparición otro grupo de músicos, que se coloca junto a las mesas de otro restaurante, frente a nosotros, a la izquierda, a escasos metros de estos y comienzan a tocar aún más fuerte. Los anteriores, como es lógico, comienzan a hacer lo mismo y aumentan el volumen y nada... allí estamos los dos gaditanos entre los dos fuegos, soportando el jaleo y viendo como ambos grupos lo estaban dando todo.
La situación es divertida pero después de 1 hora...tiene tela.


Una vez terminamos de cenar, con eso de ser mi cumpleaños, nos invita la casa a un postre típico y un par de chupitos de Raki (un licor turco). Después nos llevan en el coche de vuelta al hotel y antes de entrar, decidimos darnos un paseo por la zona para bajar la cena.

Cerca hay un pequeño parque y junto a este un par de bares donde hay un montón de mesas, todas llenas de gente (siempre hombres, mujeres no había ninguna en la calle) jugando como si no hubiese un mañana al “Rumikud”.

Encontramos abierto una especie de almacén donde venden de todo, pillamos unas latas frías de refrescos y nos volvemos al hotel. Ya en este, nos sentamos en las mesas del patio interior y bajamos de la habitación la botella de ron y junto al los refrescos, nos ponemos un par de vasos.

Javi deja sin darse cuenta la botella de ron en la mesa y al rato pasa el recepcionista, que estaba dándose una vuelta por el hotel, asustado diciéndonos que esta prohibido tomar alcohol en el hotel y que la gente no puede verlo, así que nada, nos lo tendremos que tomar en la habitación.


     - “Pues no hay que tener cuidado aquí para tomar algo ni ná, y eso que se supone que en la capital está mas o menor permitido”.

     - “Pero vamos...tu me dirás a las 2 de la madrugada, quien va a ver que estamos en el patio tomando una copa y que es ron lo que hay con el refresco”.
     - “Y los wevos... mira que dejarte la botella en lo alto de la mesa”.
     - “Jajajaja...yo que se, no me he dado cuenta”.

Pues nada, nos metemos en la habitación, terminamos las copas aquí y nos vamos a dormir. Espero que al apagar la luz, no se encienda sola la luz del baño y veamos en la puerta al fantasma de la niña. Afortunadamente esto no ocurrió o al menos, no me di cuenta, ya que caí en el momento.

Nos levantamos, desayunamos y comenzamos la jornada. Hoy le toca descanso a las motos, pasaremos el día haciendo turismo por la ciudad. En mi caso ya conozco la ciudad. Pero como Javi es la primera vez que la visita, le haré de guía turístico y lo llevaré a ver lo típico y algún que otro sitio mas particular que me conozco.
Salimos del hotel y callejeando nos vamos a ver una abarrotada Mezquita Azul pasando antes por la pequeña mezquita (casi sin público) y el Hipódromo. Al entrar en la mezquita Azul, al llevar Javi pantalón corto, se vio obligado a cubrirse las rodillas. 
De aquí fuimos a la Santa Sofía (también abarrotada de gente). Nos llama la atención como en la mezquita Azul, la entrada era gratis, y en la otra había que soltar pasta.

De aquí nos tomamos algo en un puesto callejero y nos fuimos a ver el Palacio de Topkapi, la Estación del Orient Express (no…no estaba el famoso tren), el bazar de las especies, queda pendiente la visita al Gran Bazar (es domingo y está cerrado). Personalmente Estambul es una ciudad que siempre me ha atraído y en la que me gusta callejear y perderme, pero no os contaré nada, ni historias de la ciudad, ni fechas, ni datos de interés, ni ná de ná, ya que no somos una guía turística. Para eso ya tenéis en internet blog y vídeos de viajeros de esos de verdad.

Aprovechamos para comer en un sitio local. Callejeamos por las calles viendo los "variopintos" puestos (ropa, especies, ropa interior, té, frutos secos, chilabas, cuero, armas…). Ya un poco cansados del día que llevamos nos tomamos un té en un sitio que personalmente me gusta mucho (el té de limón que hacen aquí está buenísimo). Descansamos un poco mientras caen un par de vasos de té y una cachimba. Ya entrada la tarde continuamos con el paseo y aprovechamos para cambiar dinero.

El Már de Marmara (nosotros en la parte Europea y al fondo la parte asiática de la ciudad)


Regresamos al hotel, una ducha y nos bajamos a cenar algo por los alrededores. El sitio elegido es un pequeño bar donde nos tomamos un kebak y algo de beber, cenando los dos por poco menos de 9 euros al cambio. Al volver al hotel, paramos en el almacén donde anoche compramos los refrescos para hacer la misma operación y de paso, pillar una bolsa variada de delicias turcas.

Ya el el hotel, entramos en la habitación y notamos un fuerte olor a ambientador. Se ve que a la limpiadora no le ha gustado el pestazo de las botas y ropa de la moto (que dejamos ventilando en el baño y ha gastado un bote entero para tratar de purificar el ambiente... jajaja)


Nos tomamos tomamos la copa en la habitación con unos frutos secos y unas delicias turcas y a dormir. 

No… tampoco se nos apareció el espíritu de la niña.










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