Diario de un Mosquito

domingo, 21 de febrero de 2016

Destino Mármara 3 (Grecia a Estambul)


Bajamos del barco, entre una cosa y otra salimos del puerto a las 6 de la mañana y directamente nos meten en una autopista, no hemos visto otra opción. En cuestión de segundos comienza a llover. Ahora es cuando comprobaremos si el forro impermeable de nuestras nuevas chaquetas “Garibaldi  Tornado Pro” y su sistema de poder colocarlo por fuera, encima  de la chaqueta es realmente efectivo o no. A parte también toca ver como va la rueda de tacos que llevo en la moto (el forro aguanta muy bien y con las ruedas voy con seguridad).

La lluvia pasa de modo suave a modo…“killoooo nos está cayendo la mortá”, así que decidimos abandonar la autopista en la primera salida y buscar un sitio donde parar a esperar que escampe. Así aprovechamos para desayunar y tomar un café cargado, que son las 7 de la mañana, no hemos dormido y tenemos los dos una cara de sueño que asusta.

Paramos en una pequeña cafetería que hay frente a una gasolinera igual de pequeña. Nos pedimos el café y algo de comer, un pequeño bocadillo de pan tostado con jamón queso y algo más. Charlamos con la camarera y con un par de clientes que hay en el local y nos explican como llegar a Meteora. En la gasolinera no tienen mapa de carretera, pero se ofrecen a buscar algo por el ordenador e imprimir el trozo que necesitemos. Le agradezco el gesto pero no hace falta. Ya con las indicaciones que hemos anotado en un trozo de papel nos ha quedado claro, ya pillaremos un mapa cuando podamos.

La lluvia no para, así que decidimos hacer de tripas corazón y seguir el viaje regresando a la autopista. Unos kilómetros después, afloja un poco el agua y abandonamos la autopista para meternos por una carretera regional hasta llegar a Meteora y al poco tiempo, deja de llover. En un rato hemos pasado de llover a mares a hacer un montón de calor.




A medida que vamos acercando a Meteora, vamos flipando con el lugar, las carreteras que llevan de un monasterio a otro son muy chulas y lo único malo que hay es el exceso de turistas y autobuses, al ser temporada alta. Mientras subimos, vamos haciendo numerosas paradas y sacando fotos.

Vídeo: Subiendo a Meteora

La verdad que, encontrarte de pronto esa columnas de piedra con los monasterios encima, con sus paredes justo en el borde, fundiéndose con el acantilado impresiona. Tiene tela como habrán construido subiendo el materia y las cosas hasta aquí. El acceso a la mayoría de ellos es a través de un estrecho pasillo o puente. En alguno vemos como aún continúan subiendo comida y cosas mediante una polea.



Subimos a la zona mas elevada y desde aquí, comenzamos a bajar poco a poco mientras nos decidimos cual visitar (por tiempo no podemos verlos todos). Nos decantamos por uno que nos llama bastante la atención, entramos atravesado un estrecho puente de piedra, subimos unas escaleras, nos acercamos a la ventanilla y preguntamos:


  - "¿cuanto cuesta?"
  - "Son 6 euros"

  - "Ok, tenga...12 euros"
  - "Nooo...noo, 6 euros los dos, son 3 por cabeza"

Javi y yo nos miramos sorprendidos
:

  - "¿Solo 3 euros por visitar el Monasterio? Esto lo ponen en España y no veas la clavada que te meterían".
  - "Por la cara, de 12 o 15 pavos no bajaría y con la caló que hace aquí, los refrescos estarían a precio de copa".

Recorremos todo el monasterio bajo un sol y una calor importante, al salir decidimos beber algo y ya de paso comer alguna cosa. Paramos en un puesto que hay justo a la salida y nos compramos un par de latas de refrescos y una especie de ensaimadas grandes rellenas, una de queso y otra de espinacas, muy buenas por cierto.




Aunque aprieta la “caló” continuamos con el turismo y seguimos saltando de un monasterio a otro. Hay que aprovechar el tiempo. Mientras vamos bajando, le digo a Javi (que va delante)  por el intercomunicador:

     - "Oye, ¿nos hacemos una foto con las motos en esa especie de de mirador".
     - "Vale, vamos tirando…. Ten cuidado que hay tierra suelta".
     - "Illo, illo iiiillooo illoooo.....PLOOOM!!"


Manuel y la tiger se van al suelo. Aquí sufrí mi caída "estándar". Al estar casi parado en una curva, fui a apoyar el pié en el suelo y con el peralte no llegaba, así que la moto se fue despacito para el lado, para el lado, para el lado... no pude aguantar el peso, y con la gravilla, se me resbala el pié y al suelo. Mas que caída dio la impresión de dejaba la moto tumbada en el suelo por puro antojo.

     - "Queeee haces? ¿Que te ha pasado?".
     - "Killo.... Cada uno aparca la moto como le da la gana".

Javi aparca su moto en el sitio, a escasos 20 metros y se acerca a ayudarme, al caerse en la curva y tener la inclinación en contra, no tengo cojones de levantar la moto yo solo, y paso de arrastrarla para girarla. Entre los dos y no sin esfuerzo, conseguimos levantar la moto. 



Sacamos las fotos, terminamos la vuelta por la zona, bajamos al pueblo a comprar unas botellas de agua fría, un par de recuerdos y por fín, comprar un mapa de carreteras de Grecia. En este punto del relato, os diré que si alguien se decide ir a Meteora, no se preocupe por donde va a dormir, hay muchas ofertas de alojamiento. En el pueblo y las zonas cercanas hay muchos hoteles, hostales, algún camping y muchos carteles de "se alquilan habitaciones".

La idea es ir dirección Tesalónica por carreteras secundarias y hacer noche donde nos pille. Elegimos una ruta en nuestro nuevo mapa y salimos dirección sur-este, por unas carreteras donde cabían dos coches a duras penas. Los paisajes bastante bonitos y no hay nada de circulación, recorremos zonas arboladas, grandes zonas de cereales y atravesamos pequeños pueblos.


Como hace mucho calor, voy con la chaqueta casi abierta del todo y la pantalla del casco subida, solo con la visera de cristal ahumado, de pronto... ¡¡chooof!!. 
Golpe en el casco y automáticamente se me llena toda la boca de una gelatina amarga.... !!Aggghh, me he debido llevar por delante una cigarra o un saltamontes de los gordos, que asco. Paramos un momento, le limpio la cara y la visera y ea, a seguir el viaje pero ya esta vez con la visera bajada casi del todo.

El tiempo vuelve a cambiar, pasamos del calor de un día soleado, a un cielo nublado. Nos estamos quedando algo dormidos, así que decidimos parar junto a un pequeño lago donde hay tres o cuatro casas, una de ellas parece un bar o restaurante. Mientras aparcamos las motos, escuchamos un par de truenos a lo lejos. Entramos en el local vemos como en la puerta ya nos está esperando para recibirnos la señora del lugar y sus dos hijos. La niña pequeña corre a una de las mesas para coger una carta y dársela a su madre. Esta viene a saludarnos y a preguntarlos que queremos tomar, mientras nos pone la carta en la mesa.


Javi está que se cae de sueño y se decide por un café, pero nos plantan un listado de tipos de café, a cual mas desconocido para nosotros. Al final se decanta por un “café griego”. Yo como no tengo ganas de experimentos, me decido por un refresco. Mientras gestionamos toda esto, los hijos de la señora no paran de reírse con la situación y de pulular a nuestro alrededor observándonos y riéndose con cualquier cosa que hacemos (nos tienen más controlados que a un cangrejo en un cubo).


Mientras esperamos en la terraza cubierta, vemos que en las mesas hay cagadas de pájaros, y de pronto, como un rayo, pasa delante de nuestra una golondrina en vuelo rasante. Levantamos la mirada y sobre nuestras cabezas, en el techado, tenemos varios nidos de golondrinas... dentro del bar.
Nos traen el café y el refresco, automáticamente se le cambia la cara a Javi, el café da la impresión de estar tela de cargado, tiene una pinta “regulera”, y parece ser que el sabor va en la misma linea. Seguramente es el peor café que se ha tomado en su vida. (Suerte que me dio por pedir un refresco)


Vídeo resumen de lo que va de relato
De Igoumenitsa - Meteora

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Nos despedimos de la familia, no sin antes preguntarle alguna dirección y continuamos la marcha, mientras el cielo se va nublando cada vez más, espero que no llueva. Llegamos a un cruce y vemos un cartel que nos llama la atención:  “¿Monte Olimpo 20km?”.

- "¿No jodas que estamos al lado del Monte Olimpo? ¿Nos acercamos a verlo?".
- "Vale, ya que estamos aquí habrá que ir a verlo...¿no?".

- "Aro... 20 km de ida y otros de vuelta, lo hacemos en ná".

Así que cambiamos la ruta y enfilamos el camino en dirección al hogar de los Dioses. A los pocos Kilómetros sufrimos la ira de Zeus al escuchar truenos y relámpagos. Comienza a llover y nos detenernos en una parada de autobús de la carretera a ponernos los impermeables.

Y como la ley de Murphy siempre funciona, junto al terminar la operación, deja de llover.
     

     - "¿Ahora para? Pues yo paso de quitármelos que fijo que si lo hacemos, se pone a llover".


Continuamos el ascenso al Monte Olimpo y nos pasamos el cruce, llegamos al siguiente pueblo, damos la vuelta y volvemos sobre nuestros pasos hasta llegar al camino correcto. Comienza a llover mientras ascendemos por una carretera sinuosa, llena de curvas, cabras y vacas plantadas en medio de la carretera con ganas de ser atropelladas y perros que a la mínima de cambio se te abalanzan en su ansia de defender a su ganado.

Curva a la derecha, una pequeña recta y curva a la izquierda, una pequeña recta y curva a la derecha, una pequeña recta y curva a la izquierda. Llevamos así varios kilo metros y ya comienza a ser pesado. Curva a la derecha, una pequeña recta y curva a la izquierda, una pequeña recta y curva a la derecha, una pequeña recta, curva a la izquierda y…. 

     - "¡¡JOOODER!!!…. ¡¡PERO ESTO QUE EEEEEES!!

Justo al dar la curva nos encontramos unos bidones cortando la carretera, una alambrada, unas torretas.... ¡nos hemos metido en una zona militar!


Mientras que estamos viendo que hacer, desde el otro lado, un militar abandona la garita y se acerca, metralleta en mano a la reja de la puerta. Nos bajamos de las motos y nos acercamos, le explicamos entre gestos, mezcla de idiomas y mímica, que subíamos para ver el Monte Olimpo.


El soldado no habla inglés, así que nos dice que esperemos y llama al oficial al mando. Al poco tiempo aparece un joven oficial  con el que podemos comunicarnos. Javi le explica que venimos de España y que queríamos ver el Monte Olimpo, y ya de paso, si hay una carretera al otro lado del cuartel y podemos pasar, mas que nada para no tener que volver por donde hemos venido.

El oficial nos explica que no se puede pasar al ser zona militar: Le preguntamos por las instalaciones de esquí de fondo (vimos un cartel indicando que había una, y esperamos que desde allí podamos bajar por otro lado). El militar nos confirma que hay una zona de esquí de fondo, pero que solo los lunes está permitido el acceso a personal civil a esta zona, y sorprendentemente... nos invita a que regresemos el lunes indicándonos que nos dará alojamiento y comida ese día en el cuartel.


Se lo agradecemos y explicamos que tenemos que seguir el viaje, por lo que no podremos volver otro día. Así que nos despedimos de los militares, y volvemos cuesta abajo a deshacer el camino, a lo tonto hemos perdido más de dos horas.

Paramos en una gasolinera y nos quitamos los impermeables, que aunque está nublado, nos estamos asando de calor. El resto del viaje hasta que llegamos a no hay nada que destacar, la verdad, lo único que hicimos la buena acción del día salvando a un galápago de morir atropellado en la carretera.

Llegamos a Paralia ya entrada la noche, recorremos la avenida principal hasta llegar al mar, giramos a la derecha y vemos que hay un par de hoteles, aparcamos y nos acercamos a preguntar, Javi va a uno y yo al otro. En el mio, aunque la joven recepcionista y las amigas han acudido en tromba a ver lo que quería el astronauta, no tienen habitaciones. Javi tiene mas suerte y tienen algo disponible.


Preguntamos el precio, nos parece caro, así que toca la llorera  a ver si lo baja. Hablamos con el dueño del establecimiento y conseguimos un buen precio con eso de hacerle el pago en efectivo y no con tarjeta. Con la crisis en Grecia y el límite que tienen los ciudadanos griegos para sacar dinero en el banco, el pagarle en efectivo le supone al del hotel, como nos comentó, poder comprar el desayuno, los productos de limpieza o comida del día siguiente. Una pena la situación en la que están. 


Soltamos las cosas en la habitación, me pego una ducha y mientas Javi hace lo propio, busco alguna oferta de alojamiento en la ciudad de Estambul cerca de la zona de la Mezquita Azul. En Estambul estaremos un par de noches y al ser temporada alta, no queremos arriesgarnos a ir dando vueltas por la ciudad buscando alojamiento. Esta será la única ocasión en todo el viaje que sabremos de antemano donde vamos a dormir. Encuentro una oferta de última hora a buen precio en un hotel en una callejuela cerca de la Mezquita Azul, la pillo y ya con la tarea hecha bajamos a cenar.



Le preguntamos a la recepcionista por algún lugar para cenar, pero que no sea turístico. Estamos en una zona de veraneo, lleno de tiendas de recuerdos, flotadores, colchonetas y chanclas, grandes escaparates con ofertas increíbles y restaurantes con las paredes llenas de fotos de los platos. Nos indica dos sitios donde suele ir a comer, buscamos el primero, que es el que está mas cerca, pero somos torpes y no lo encontramos, preguntamos por el local a la gente de las tiendas y cada vez nos mandan a un sitio diferente, así que nos decidimos por el segundo que está algo mas lejos.

Caminamos, y caminamos, se termina las calles de las tiendas, seguimos caminando ya por la calle algo mas oscura, llegamos a una plaza donde hay un aparcamiento, y en uno de los laterales está el local el cuestión. La verdad que es un sitio donde va gente local y está alejado de la zona turística.



Pedimos la comida (la mounsaka exquisita)y unas cervezas. Ya con el estómago lleno toca paseo por la playa y ya que estamos, nos tomamos una cerveza en uno de los locales de moda del lugar. A la mitad de la cerveza le digo a Javi que estoy que me caigo de sueño. A lo tonto, estamos destrozados, llevamos desde las 6 de la mañana en la moto y anoche en el ferry no dormimos nada. Regreso al hotel y dormir, que mañana será otro día.

Nos levantamos temprano, recogemos las cosas y bajamos a desayunar. Al subir a la habitación miramos el el googlemaps como llegar al hotel y lo apuntamos en un papel. Bajamos las cosas, cargamos las motos y salimos dirección a Turquía, a ver cuanto tardamos en pasar la frontera.


Tras varias horas en la moto, paramos a echar gasolina y tomar algo. La gasolinera parece que se va a caer a trozos en cualquier momento. Aprovecho para ir al baño. Llego al lugar y veo que ya son de esos de, agujero en el suelo. Tengo la opción "A": baño con las paredes sucias como ellas solas o la opción "B": baño está atascado de mierda. Así que nada, visto lo visto, me decanto por la opción "C".
Vídeo… ¿puerta A o Puerta B?

Seguimos el viaje y poco antes de legar a la frontera, nos metemos en una gasolinera a llenar el depósito ya que nos han comentado que en Turquía el combustible está mas caro. Como es la hora de comer, aprovechamos para pillarnos algo de comer.

     - "Killo, mira esto... un bocadillo de nuggles de pollo con curry, ¿pillamos uno para los dos?".


El bocadillo viene plastificado y en el envoltorio se ve un bollo con los trozos de pollo asomando, de lo más apetitoso.

     - "Vale, de paso voy comprando una botella de agua grande, un refresco y un café".


Mientras, han llegado a la gasolinera 4 coches de alta gama con matrícula alemana, cargados con familias turcas. Echan gasolina y los conductores (los maridos) se sientan en una mesa a nuestro lado a charlar y tomar algo, mientras todas las familias permanecen en el coche y solo salen para ir al servicio. Nunca entenderé eso.

Nos sentamos fuera, nos quitamos la chaqueta y botas, ya que hace mucho calor, le pegamos un par de tragos al agua y saco el apetitoso bocadillo del plástico y...
 

     - "Vaaaaya puta mierdaaaaaa de bocadillo".

El suculento manjar que se ve en la foto, como es lógico, no tiene nada que ver. Tenemos delante un bollo chicloso, con tres trocitos de pollo de grandes como la esfera de mi reloj de plástico, la salsa de curry que lo acompaña parece que simplemente ha salpicado el pan por accidente. Lo partimos por la mitad, como buenos hermanos y nos lo comemos haciendo la digestión en cuestión de segundos.

Después de la broma de comida, seguimos a la frontera. Llegamos y hay una cola gigantesca. Nos ponemos en la cola y mientras nos quitamos el casco y la chaqueta, llegan los coches de las familias que vimos en la gasolinera. Vemos que todos hacen lo mismo, los maridos (que estaban conduciendo), se bajan, se coloca la mujer al volante y ellos se sientan en el asiento del copiloto, ya pasadas ambas fronteras y en suelo turco, volverán a ponerse al volante. Que cosa mas rara.

Llegamos a la ventanilla, aún en la zona griega, enseñamos el pasaporte y seguimos, avanzamos unos metros y mas cola. Recorremos la tierra de nadie a paso de caracol. Llegamos a la parte Turca, la zona se ensancha y aprovechamos para dar un acelerón y adelantar varios puestos a la voz de: - "Pasooo....pasoooo, que somos motoristas y mi amigo está muuu loco"-, hasta llegar al primer control.

Aquí simplemente nos preguntan el país de procedencia, comprueban la matrícula del vehículo y a seguir hasta el segundo control. En este nos toman los pasaportes, documentación del vehículo. Nos indican que tenemos que ir a las oficinas a sacar la visa y nos coloquen la pegatina en el pasaporte poder entrar en el país.

Aparcamos en un lateral, vamos a la oficina, entramos y... no hay nadie. Nos ponemos a dar vueltas a ver si vemos al funcionario, pero nada. Se une al grupo un par de extranjeros mas, cada uno va buscando al funcionario por donde puede y llamándolo en voz alta, pero aquí no aparece nadie.  Al rato entra, por fin, por la puerta principal, le damos los pasaportes, se mete en la cabina que le sirve de despacho, le pone la pegatina, anota algo, pagamos 25 euros por cabeza, y ya nos podemos marchar. Regresamos al segundo control, le mostramos los visados y nos indica el agente que sigamos avanzando.

Nos montamos en la moto, avanzamos unos metros y llegamos al tercer control, paramos, comprueban la documentación de la moto y listo, a seguir. Ya parece que hemos terminado, así que nos ponemos los guantes, cascos, chaqueta, arrancamos, aceleramos y a los pocos metros paramos en un cuarto control.... ¡jooooder!. Aquí simplemente comprueban que el pasaporte y ala, a tirar millas, avanzamos unos metros y por fin vemos el cartel: "Bienvenidos a Turquía".

Recorremos los primeros kilómetros del país y paramos en la primera gasolinera que vemos con la intención de ver si podemos cambiar algo de dinero. El gasolinero nos cambia, sorprendentemente casi al cambio actual del momento, sin barrer demasiado para casa.

Seguimos el viaje por las carreteras turcas, poco a poco vamos comprobando como paulatinamente las normas de circulación pasan de ser "normas" a "recomendaciones", y mas tarde a simples "anécdotas". Comienzan a cruzarse los vehículos cuando menos te lo esperas, por donde menos te lo esperas y nosotros, cambiamos nuestra conducción de modo "normal" a "machete".


Entre una cosa y otra, nos vamos acercando a la capital, pero no sabemos como, nos equivocamos y nos metemos en una autopista de pago. Llegamos a la zona de las cabinas de cobro y no hay nadie, ni hay donde pagar ni barreras. Parece ser que esto es una autopista de estas de tarjeta o pegatina que pagas antes de utilizarla. Las cabinas suponemos que tendrán un lector que detecta al vehículo al pasar. Como no tenemos ni tarjeta ni pegatina, ni hay cabina para pagar, ni nadie que nos indique nada, ni ná de ná… decidimos saltarla a la torera, pasamos por una mientras suela el timbre de alarma y nos hacemos los suecos.

Continuamos el viaje y saltándonos las cabinas que no vamos encontrando por el camino.

     - "Javiiii... como tengan cámaras y nos hagan fotos verás la pedazo de multa que nos va a llegar….jajaja".

     - "Por la cara. Miraaaa... otro peaje de estos, yo voy a la de enfrente y tu tira por mi derecha, a ver que alarma suena más fuerte".

Hacemos acto de presencia en Estambul anocheciendo, por lo que hemos anotado, tenemos que ir rectos hasta encontrar un gran parque a la derecha, después pasar una mezquita, un cruce con una glorieta o una especie de escalectrix, girar a la izquierda, la tercera calle a la derecha, luego seguir por….

Increíblemente, contra todo pronóstico, llegamos a la puerta del hotel sin perdernos en Estambul y del tirón.


     - "Javi que pelotazoooo... sin GPS y hemos llegado sin perdernos".
     - "Y en el tiempo que habíamos calculado jajaja. Esto es efectividad gaditana al 100%".
     - "No me lo creo ni yo... jajajaja. Tenemos que echar una primitiva".

Calculamos que sobre las 21,30 llegaríamos al Hotel y a esa hora justa estábamos aparcando en la misma puerta. Una pena no haber comprado lotería ese día.





Vídeo resumen del Relato:
De Meteora a Estambul



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